6 de agosto de 1806
Después de recibir un ultimátum de Napoleón I, el emperador Francisco II, convertido en figura meramente simbólica, renuncia a la corona del Sacro Imperio Romano Germánico a la vez que declara solemnemente su extinción. En julio, 16 estados imperiales alemanes ya se habían segregado del mismo al integrarse en la Confederación del Rhin.