Luis XVI abre en Versalles los Estados Generales, compuestos por 1.139 diputados (270 de la nobleza, 291 del clero y 578 del Tercer Estado, pertenecientes estos últimos a la burguesía, básicamente). Con la convocatoria de dichos Estados, que no se habían reunido desde 1614 y que no lograrán evitar el estallido de la revolución en julio, se pretende frenar la crisis que sufre la monarquía absoluta francesa y cuyos factores son la creciente demanda de reformas políticas, la coyuntura económica negativa que sume a las clases urbanas populares y a los campesinos en la carestía y la miseria, y la llamada "revuelta de los privilegiados" que lidera principalmente la nobleza de toga de los Parlamentos (tribunales de justicia), que se opone a las reformas fiscales de los sucesivos ministros de Hacienda del rey, que buscan acabar con el caos del fisco estatal.