País | Alemania |
Nació en | Bonn |
Nació el | diciembre de 1770 |
Murió en | Viena |
Murió el | 26 de marzo de 1827 |
Ludwig van Beethoven Keverich (1770-1827) es uno de los más grandes y admirados compositores de todos los tiempos. Se le considera como el principal precursor de la transición del clasicismo al romanticismo. Entre sus obras destaca la Novena Sinfonía, cuyo cuarto movimiento ha sido adoptado como Himno de la Unión Europea (UE).
Sus primeros años
Nació en diciembre de 1770 en la ciudad alemana de Bonn, en el seno de una familia humilde de origen holandés; no se sabe la fecha exacta de su nacimiento, pero sí que fue bautizado el 17 de diciembre y que en esa época se solía bautizar a los niños el día siguiente de que nacieran. Su abuelo Ludwig, de Malinas, se estableció en Bonn hacia 1733 y llegó a ser maestro de capilla del príncipe elector. Sus padres, Johann van Beethoven y María Magdalena Keverich, tuvieron siete hijos, de los que sólo tres sobrevivieron.
El joven Ludwig demuestra un innegable talento musical y sus avances en el dominio del piano le llevan a dar su primer concierto a los ocho años. El Elector Maximiliano Franz, noble acaudalado y poderoso, ve en él una promesa y lo apadrina, dándole trabajo como organista suplente. Esta labor le exige dedicación total: Ludwig ve transcurrir toda su infancia y adolescencia consagradas a la música, sin juegos ni amigos, "tutelado y en un ambiente familiar nefasto, factores todos ellos que influirían en su carácter rebelde y romántico".
A los once años Beethoven ya era violinista de una pequeña orquesta de teatro, y a los trece sustituyó a su maestro en el órgano de la iglesia.
La aventura de Viena
Beethoven encuentra una vía de escape a la presión familiar en 1787 cuando, con 17 años de edad, marcha a la capital austriaca apoyado por su Elector, quien sufraga los gastos que demanda el viaje y lo convence de sus posibilidades de éxito. Durante este viaje sus ilusiones sufren un duro golpe cuando, a las pocas semanas, fallece su madre por hambre y se ve obligado a regresar a Bonn. Ahí encuentra un cuadro desolador: su padre se encuentra en paro por alcohólico y es incapaz de cuidar a sus hermanos menores. El joven Ludwig asume la responsabilidad y se ve obligado a mantener a su familia tocando el violín con una orquesta y dando clases de piano durante cinco años.
De aprendiz a maestro
En 1792 el Elector vuelve a financiar su nuevo viaje a Viena, ciudad en la que permanecerá el resto de su vida componiendo sin descanso, enamorándose trágicamente y sufriendo un mal particularmente terrible para él: la sordera. En Viena, recibe clases de los célebres compositores Franz Joseph Haydn y Antonio Salieri, respectivamente amigo y rival de Wolfgang Amadeus Mozart.
Con 25 años de edad da a conocer sus primeras obras importantes: tres tríos y tres sonatas para piano, entre éstas la "Patética" y "Claro de Luna"; además, ofrece su primer concierto público como compositor profesional. Toda Viena le ofrece una gran acogida a su música, en especial la corte, la nobleza y la iglesia. Por esa época se desliga de Haydn, con el que no concuerda musicalmente pero al que dedica tres tríos para piano, recibe secretamente clases de Johann Schenk y del organista de la corte, Johann Georg Albrechtsberger, y deja de componer para la nobleza y la Iglesia para independizarse. Su música inicial, fresca y ligera, cambia y se convierte en épica y turbulenta, muy acorde con los tiempos revolucionarios que vivía Europa.
Éxito y sufrimiento
Muy pronto, Beethoven dejó de necesitar de los conciertos y recitales de los salones de la corte para sobrevivir. Los editores se disputaban sus obras y la aristocracia austriaca, avergonzada por la muerte de Mozart en la pobreza, le asignó una pensión anual. Pero pese a haber resuelto sus necesidades económicas, vivía asustado por la pérdida de sus capacidades auditivas; debido a ello, se entrega a una febril actividad creadora, espoleada por las penalidades producidas por dos desengaños amorosos.
Beethoven no llegó a casarse nunca. El gran amor de su vida fue Antoine von Birkenstock, casada con Franz Brentano. Desde muy joven, a los 26 años, empezó a notar los síntomas de una sordera que más adelante sería total. A pesar de ello siguió trabajando, y una de sus más famosas obras, la Novena Sinfonía, la compondría cuando ya se había quedado completamente sordo. Esta dolencia le causó un enorme desánimo, agravado por la muerte de su hermano y su decisión de acoger a su sobrino en contra de la voluntad de su cuñada.
El final de una vida trágica
Los últimos años de su vida los pasó Beethoven casi totalmente aislado por su sordera, relacionándose solo con algunos de sus amigos a través de los "Cuadernos de conversación", que le sirvieron para comunicarse cuando ya era sordo del todo. Murió en Viena a los 57 años de edad como consecuencia de una neumonía. Más de 20.000 personas, entre las que se encontraba Franz Peter Schubert, gran admirador suyo, asistieron al entierro. Aquel día no se abrieron las escuelas en toda la ciudad.
En su mesa de trabajo se encontró el llamado Testamento de Heiligenstadt, redactado en 1802, en donde explica a sus hermanos el porqué de su amargura: "Que gran humillación experimentaba cuando alguien estaba a mi lado oyendo desde lejos la flauta mientras yo, por el contrario, no podía oír nada; tales situaciones me llevaron al borde de la desesperación y faltó muy poco para que acabara con mi vida. Sólo la fuerza del arte me retuvo". También se encontró una desgarradora carta de amor dirigida a su "amada inmortal" a la que llama "mi ángel, mi todo, mi yo". La identidad de esta dama sigue generando discusiones actualmente.
Su obra
En su prolífica trayectoria musical, Beethoven dejó para la posteridad un legado apabullante: nueve sinfonías, una ópera, dos misas, tres cantatas, treinta y dos sonatas, cinco conciertos para piano, un concierto para violín, un triple concierto (para violín, violonchelo, piano y orquesta), diecisiete cuartetos de cuerda, diez sonatas para violín y piano, cinco sonatas para violonchelo y piano, e innumerables oberturas, obras de cámara, series de variaciones, arreglos de canciones populares y bagatelas para piano.
Sinfonías
Beethoven había cumplido los 30 años de edad cuando presentó su Primera Sinfonía, fascinando a sus contemporáneos por su frescura y originalidad. En 1803 da a conocer la Segunda Sinfonía, en re mayor, cuya alegría contrasta con la tristeza que vivía el autor. Dos años más tarde rompe todos los moldes clásicos con su Tercera Sinfonía, en mi bemol mayor. Dedicada en principio a Napoleón I, la "Heroica" dura tres veces más que cualquier sinfonía de la época, agranda la orquesta y anuncia la llegada del Romanticismo. Todo lo anterior difiere de su Cuarta Sinfonía, en si bemol mayor, que en 1806 recupera el brío de sus dos primeras composiciones sinfónicas. En 1808 Beethoven compone la colosal Quinta Sinfonía y también la Sexta, en fa mayor, conocida como "Pastoral", cuyos movimientos evocan escenas campestres. Cuando a fines de julio de 1813 llegó a Viena la noticia de la batalla de Vitoria, Johann Nepomuk Mälzel le encargó la composición de una sinfonía con motivo de este hecho: se trata del opus 91, "Wellington’s Sieg" (La victoria de Wellington), o "Die Schlacht bei Vitoria" o "Siegessymhonie". La Séptima Sinfonía, en la mayor, aparece ese mismo año y, pese a su carácter épico, Richard Wagner la califica como "apoteosis de la danza" por su ritmo y lírica. Al año siguiente, en 1814, Beethoven concluye la Octava Sinfonía, en fa mayor, cuya brevedad (apenas llega a los 24 minutos) no eclipsa la grandeza y elaboración que a esta altura había dejado patentes. En 1824, por último, se consagra con su Novena Sinfonía, "Coral".
Oberturas
Las diez oberturas de Beethoven son piezas cortas que, posteriormente, serían ampliadas y trabajadas para su incorporación en obras mayores. Se trata de composiciones cerradas y uniformes que expresan emociones e ideas llenas de heroísmo. Por ejemplo, la obertura "Coriolano" ilustra musicalmente el drama homónimo de William Shakespeare, y "Leonora Nº 3" es una de las cuatro oberturas escritas para la ópera "Fidelio". De idéntica valía son "Prometeo" y "Egmont", siendo esta última un buen ejemplo de composición "beethoveniana", que se puede definir como "música vigorosa que empieza de forma fragmentaria, cobra un componente épico a medida que avanza y finaliza en apoteosis".
Conciertos
Cada concierto de Beethoven es distinto al anterior, y en ello radica gran parte de su éxito con la música orquestal. Beethoven apuesta por un piano más melódico que contundente, contrario a la tendencia de la época. Quizá el más famoso sea el Concierto para piano nº 5, "Emperador", de 1809, donde virtuosismo y sinfonismo combinan a la perfección. El Primer y Segundo Concierto para piano destacan por su concepción alegre, mientras que el Concierto para piano nº 3, de 1801, es de una amplitud y calidad incomparables. Por su parte, el Concierto para piano nº 4, de 1808, apuesta por la profundidad lírica. En cuanto a los conciertos en los que participan más instrumentos hay que señalar el Concierto para violín, la sinfonía "La victoria de Wellington" y el Triple Concierto para violín, violonchelo, piano y orquesta, en el que Beethoven sustituye el sinfonismo por un entretenimiento al gusto de la época.
Ópera y música vocal
El genio de Beethoven, se centró sobre todo en la música orquestal, compaginándola con la música de cámara y para piano. También intentó desarrollar obras vocales, aunque con suerte muy diversa. Por ejemplo, su única ópera escrita, "Fidelio", revisada desde 1805 hasta 1814, fue considerada un fracaso el día de su estreno, a pesar de incluirse en ella las cuatro oberturas "Leonora". Era una ópera sinfónica que quería transmitir los ideales revolucionarios del Romanticismo, pero fue incomprendida por sus contemporáneos.
La celebrada "Misa Solemnis", escrita en 1818, su segunda obra para la Iglesia Católica, es un canto de fe a Dios y a la naturaleza del hombre, y es una de sus obras más famosas, compuesta por encargo de su alumno, el archiduque Rodolfo, nombrado en esa época arzobispo de Olomouc.
Beethoven también escribió numerosos "lieder", arias, coros y cánones, así como un ciclo de melodías, una cantata y el oratorio "Cristo en el monte de los Olivos", en 1803.