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Alejandro Magno

Alejandro Magno, rey de Macedonia

País Macedonia (en la actual Grecia)
Nació en Pella
Murió en Babilonia
Nació el Agosto de 356 a.C.
Murió el 10 de junio del 323 a.C.

 

Alejandro III, llamado el Magno, sucedió muy joven en el trono de Macedonia a su padre, Filipo II, asesinado en el 336 a. C. Éste le había preparado para reinar, proporcionándole una experiencia militar y encomendando al filósofo Aristóteles su formación intelectual.

Alejandro dedicó los primeros años de su reinado a imponer su autoridad sobre los pueblos sometidos a Macedonia, que habían aprovechado la muerte de Filipo para rebelarse. Y enseguida -en el 334 a. C. - lanzó sus fuerzas contra el poderoso y extenso Imperio Persa, continuando así la empresa que su padre había iniciado poco antes de morir: una guerra de venganza de los griegos -bajo el liderazgo de Macedonia- contra los persas.

Con un ejército pequeño (unos 30.000 infantes y 5.000 jinetes), Alejandro se impuso invariablemente sobre sus enemigos merced a su excelente organización y adiestramiento, así como al valor y al genio estratégico que demostró; las innovaciones militares introducidas por Filipo (como la táctica de la línea oblicua) suministraban ventajas adicionales.

Alejandro recorrió victorioso el Asia Menor (batalla del Gránico, 334 a. C.), Siria (Issos, 333 a. C.), Fenicia (asedio de Tiro, 332 a. C.), Egipto y Mesopotamia (Gaugamela, 30 de septiembre y 1 de octubre de 331 a. C.), hasta tomar las capitales persas de Susa (331 a. C.) y Persépolis (330 a. C.). Para evitar que se rindiera, el último emperador Aqueménida, Darío III, fue asesinado por uno de sus sátrapas, Bessos, que continuó la resistencia contra Alejandro en el Irán oriental.

Una vez conquistada la capital de los persas, Alejandro licenció a las tropas griegas que le habían acompañado durante la campaña y se hizo proclamar emperador ocupando el puesto de los Aqueménidas. Enseguida lanzó nuevas campañas de conquista hacia el este: derrotó y dio muerte a Bessos (329 a.C.) y sometió Partia, Aria, Drangiana, Aracosia, Bactriana y Sogdiana. Dueño del Asia central y del actual Afganistán, se lanzó a conquistar la India (327-325 a. C.), albergando ya un proyecto de dominación mundial. Aunque incorporó la parte occidental de la India, tras vencer al rey Poros en la batalla de Hidaspes en mayo de 326 a.C. y que éste le rindiera vasallaje, hubo de renunciar a continuar avanzando hacia el este por el amotinamiento de sus tropas, agotadas por tan larga sucesión de conquistas y batallas.

Con la conquista del Imperio Persa, Alejandro descubrió el grado de civilización de los orientales, a los que antes había tenido por bárbaros. Concibió entonces la idea de unificar a los griegos con los persas en un único Estado en el que convivieran bajo una cultura de síntesis (324 a. C.). Para ello integró un gran contingente de soldados persas en su ejército y organizó en Susa la «boda de Oriente con Occidente» (matrimonio simultáneo de miles de macedonios con mujeres persas). Él mismo, esposo desde 327 a.C. de Roxana, hija de un feudatario de Bactriana, se casó con dos princesas orientales: Barsines, hija de Artajerjes III, y Parisatis, hija de Darío III.

La reorganización de aquel gran Imperio se inició con la unificación monetaria, que abrió las puertas a la creación de un mercado inmenso; se impulsó el desarrollo comercial con expediciones geográficas como la mandada por Nearcos, cuya flota descendió por el Indo y remontó la costa persa del Índico y del golfo Pérsico hasta la desembocadura del Tigris y el Éufrates. También se construyeron carreteras y canales de riego. La fusión cultural se hizo en torno a la imposición del griego como lengua común (koiné). Y se fundaron unas 70 ciudades nuevas, la mayor parte de ellas con el nombre de Alejandría (la principal en Egipto y otras en Siria, Mesopotamia, Sogdiana, Bactriana, India y Carmania).

La temprana muerte de Alejandro a los 33 años, víctima del paludismo, le impidió consolidar su obra y relanzar sus conquistas. El imperio no sobrevivió a su creador, desencadenándose luchas sucesorias en las que murieron sus esposas e hijos y repartiéndose el territorio sus generales (los diádocos): Seleuco, Ptolomeo, Antígono, Lisímaco y Casandro. Los Estados resultantes fueron los llamados reinos helenísticos, que mantuvieron durante los siglos siguientes el ideal de Alejandro de trasladar la cultura griega a Oriente, al tiempo que insensiblemente dejaban penetrar las culturas orientales en el Mediterráneo.