En el transcurso de una misión secreta financiada por la Marina Estadounidense para localizar el submarino nuclear USS Scorpion, hundido en el Atlántico Norte, los oceanógrafos Robert Ballard y Jean-Louis Michel descubren a 3.800 metros de profundidad, mediante el sumergible no tripulado Argos, los restos del transatlántico Titanic, que había naufragado en abril de 1912.